Un gobernante llega y cambia la imagen del gobierno que preside, para así demostrar que hay una nueva cabeza en esta “organización” pero en el mundo corporativo yo no eh visto que con la llegada de un nuevo CEO se cambie la imagen de la empresa, esta tiene que mantenerse firme y demostrar que aunque haya un nuevo dirigente la compañía, esta continuara con la solidez con la que se ha manejado desde hace ya años. Si bien los cambios en la imagen de las empresas existen, estos se dan para mantenerla al día y estos nunca son tan drásticos como para disolver la relación entre un logotipo y el otro. Entonces ¿Por qué lo hacen los gobernantes? ¿Por qué tienen que demostrar que un nuevo gobernador, alcalde o presidente ha tomado posesión?
Mis conclusiones ante estas preguntas son varias, la primera de ellas, es la lejanía que existe entre gobernantes y gobernados, ¿si el pueblo los eligió, porque tienen que demostrar que son ellos los que están en el poder? Bueno pues porque desde la campaña están muy lejos de los electores, porque las campañas se ganan con pendones y frases pegajosas, no con verdaderas propuestas que diferencien una formula política de la otra, se ganan con spots y no con verdadero debate. Y al ser que una campaña se gana con imagen, lo primero que se cambia es la imagen.
Pero un problema más grande aparece al profundizar en estas preguntas, y es que no importa que los gobiernos sean del mismo partido, la imagen se cambia de todas formas, sin importar que se prometa que la misma línea se mantendrá. ¿A qué se debe esto? La respuesta es aterradora en su sencillez: los gobernantes se asumen como la institución que presiden. Y es este el verdadero problema, que al darse este fenómeno, es imposible implementar verdaderas políticas de estado, disminuyendo así las posibilidades de desarrollo, es como si cada 6 (o 3) años hubiera una “revolución pacífica” en cada entidad federativa y en el país entero. Pero bueno, 6 años son mucho tiempo, se pude hacer algo ¿no?, pues algo sí, pero no lo suficiente para desarrollar a una entidad federativa y menos a un país, y así vemos como en países en donde se implementan políticas de estado para gobernar, el desarrollo es mayor y la imagen no cambia con cada dirigente.
Al final todo se resume en que vamos en el mismo barco, y no será hasta que de verdad decidamos remar para el mismo lado que avanzaremos, no importa con que, si es con los remos de un cayac o los de un birreme romano, la idea es remar de frente, para avanzar como país, y no dejar que un “capitán” se asuma como todo el barco.